La obesidad, trastorno hormonal por conusmo de carbohidratos refinados.

Es necesario ver la obesidad como un problema hormonal, no como un desequilibrio energético.

Gary Taubes de la Nutrition Science Initiative, San Diego, California, EE UU, señala hoy día enBritish Medical Journal que: «Tenemos que analizar de nuevo lo que realmente nos está engordando». Los conocimientos tradicionales a partir de la década de 1950, según los cuales la obesidad es causada por un balance energético neto positivo, indican que la curación radica en no comer tanto o bien en ejercitarse más. Sin embargo, este enfoque es «notablemente ineficaz», afirma, no porque las personas no sigan la recomendación, sino porque es incorrecta.

Es resultado de que el enfoque alternativo —que la obesidad es un trastorno hormonal, planteado por un experto alemán en diabetes— fue rechazado a consecuencia del sentimiento antialemán prevaleciente después de la Segunda Guerra Mundial.

Considera que el problema radica en los granos y azúcares refinados (sacarosa y jarabe de maíz rico en fructosa, específicamente) que desencadenan la obesidad a través de un incremento de las concentraciones de insulina.

Estos alimentos «engordan singularmente, no porque los consumamos en demasía sino porque desencadenan una respuesta hormonal que impulsa la partición de la energía consumida hacia su almacenamiento en forma de lípidos», dice.

Sin embargo, quienes inicialmente propusieron la solución de menor consumo de hidratos de carbono afrontaron una reacción de los nutricionistas y los investigadores de la obesidad porque conllevaba alto contenido de lípidos saturados en una época en que los médicos vinculaban las dietas ricas en lípidos con las cardiopatías. Se consideró como una «moda perniciosa» y «sistemáticamente se descartó incluso desde entonces» pese a que mostraba los mejores resultados a corto plazo en los estudios sobre adelgazamiento.